Todos los días vemos cómo se comporta la biología: un organismo es capaz de funcionar porque sus partes son capaces de interaccionar con las demás más allá de su propia singularidad, pero también precisamente por esa singularidad, que tiene su propia diversidad.
En el trabajo diario ocurre lo mismo. La inclusividad no es una decisión, sino la consecuencia natural trabajar por la calidad.

Cuantos más puntos de vista y experiencias haya en la comunidad de Esaote, más sencillo y específico será el trabajo de cada uno de nosotros y más en consonancia estará con las complejas necesidades de salud la sociedad. En la empresa, una cultura de colaboración no solo requiere la participación de diferentes funciones, sino que se compone de distintas experiencias vitales que se conectan a través del trabajo y entablan un diálogo respetuoso con la diversidad. Es lo que nos hace a todos iguales y especiales.

Todas las personas que trabajan o aspiran a trabajar con nosotros deben acceder a las mismas oportunidades de empleo y desarrollo profesional. La selección de personal y la promoción laboral desempeñan un papel crucial en las políticas de inclusión de Esaote. Los prejuicios inconscientes y la falta de neutralidad pueden amenazar la imparcialidad de los procesos penalizando a algunas personas y privando a la empresa de aportaciones valiosas.

Por eso hacemos tanto hincapié en la conciliación laboral, así como en el diálogo y la colaboración intergeneracionales.