Giuseppe Salerno, Centre for Diagnostic Imaging Applied to Cultural Heritage

El arte de descubrir lo invisible. La inspiración de un radiólogo con ADN humanista

Giuseppe Salerno, Centro de diagnóstico por la imagen aplicado al patrimonio cultural

Giuseppe Salerno fundó la clínica que alberga el Centro di Diagnostica per Immagini applicata ai Beni Culturali (Centro de diagnóstico por imagen aplicado al patrimonio cultural). Le pedimos que nos hablara de sus extraordinarias experiencias y proyectos.

¿Cuál es el misterio de la vida? ¿Cómo podemos los seres humanos salvarnos unos a otros yendo más allá de las banalidades del mundo visible? Nosotros, los humanos, seres tan racionales, tenemos el arte que nos puede llevar al corazón de lo irracional para explicarlo. Por eso el hombre inventó las herramientas, porque sabe que el instinto no basta. Sin embargo, las herramientas también nos recuerdan a veces que el instinto es la raíz de un exclusivo actuar artístico, ligado a nuestra humanidad.

Como avala la UNESCO, tenemos tesoros humanos vivos. Uno de ellos es el radiólogo Giuseppe Salerno, un médico que no ha olvidado sus estudios humanísticos y está ampliando el campo de la radiología a la imagen del Arte, una de las prácticas humanas que combina la técnica con algo que escapa a la razón.

«Mi ADN es más humanista que científico. A lo largo de estos 40 años en los que he aplicado herramientas de diagnóstico a obras de arte, he analizado miles de piezas e innumerables yacimientos arqueológicos que ofrecen sorpresas verdaderamente extraordinarias». La pintura revela el instinto del artista, al que luego corrige la técnica, propia o ajena, debido a la modestia, las circunstancias sociales, la incapacidad de algunos para interpretar lo bello o la voluntad del artista de sobrepasar sus límites. Un ejemplo es el «Retrato de un joven patricio», un lienzo descubierto en el almacén del Museo regional del Palacio Abatellis atribuido a primera vista a la escuela de Pietro Novelli y solo más tarde al propio fundador. El lienzo se revalorizó gracias al trabajo del Centro de diagnóstico por la Imagen aplicado al patrimonio cultural que Salerno dirige en la clínica Candela.
«La calidad artística del retrato del siglo XVII se manifestó al escanearlo»,explica Salerno,«es evidente en los trazos fluidos y seguros que ya no son visibles a simple vista, porque las restauraciones realizadas a lo largo de los siglos han devaluado la obra. Oculta bajo lo visible yace a veces la realidad, demasiado dura para ser aceptada, como en el caso del retrato de Santa Águeda con un plato de naturaleza muerta, que bajo el lienzo revela la naturaleza atormentada de sus pechos amputados. Incluso el miedo de la Virgen es una realidad demasiado humana para ser aceptada».
«En el caso de la Anunciación, la mano tendida como para detener algo o a alguien nos hizo sospechar una incoherencia con el rostro bendito. La exploración confirmó que se trataba de una expresión atemorizada (imágenes 1-2), como solo cabe esperar de una mujer a la que le acaban de comunicar un acontecimiento que pondrá su vida patas arriba y al que tratará inútilmente de oponerse».

Un médico sabe que a menudo cuesta aceptar la realidad, pero que es la única manera de encontrar soluciones y desplazar los límites del tiempo: la vocación de la ciencia es explorar la verdad, la vocación del arte es hacerla accesible, quizá utilizando metáforas. El arte fue la primera forma de comunicación para unir a las personas y se hizo posible gracias a la técnica, es decir, al descubrimiento de cómo se podían utilizar partes del resto de la naturaleza para conectar: por ejemplo, así sucedió con un trozo de sílex y las historias a las que dio vida.
Precisamente un sistema de ultrasonidos MyLab™ acompañó al doctor Salerno en una de las experiencias más emocionantes de su vida: «Puedo decir que experimenté el síndrome de Stendhal. Mientras estudiaba los grabados de la cueva de Addaura en el monte Pellegrino (Palermo) para SKY Arte, experimenté una sensación indescriptible al contemplar la escena grabada hace unos catorce mil años; figuras grabadas con un trozo de sílex y una maestría que parecería imposible pudieran datar de la prehistoria».

Una de las cuevas del complejo de Addaura alberga un vasto e increíble conjunto de grabados que datan de entre finales del Epigravetiense (Paleolítico Superior) y el Mesolítico (hace entre 14.000 y 20.000 años), donde se representan numerosas figuras humanas y animales; pero su peculiaridad reside en que la escena se caracteriza por la presencia de figuras humanas dispuestas en círculo alrededor de dos figuras centrales con la cabeza cubierta y los cuerpos arqueados hacia atrás.«Es muy probable que se trate de un ritual chamánico, el artista podría ser incluso el sacerdote. Las figuras centrales podrían ser acróbatas, aunque también se sospecha que podrían estar participando en un rito de iniciación, como sugiere la presencia de las capuchas priáticas. Esta escena es uno de los grabados descubiertos por Jole Bovio Marconi, cuyos estudios se publicaron en 1953. Bajo las numerosas incrustaciones producidas por la infiltración de agua en la cueva, intentamos encontrar otras figuras utilizando un ecógrafo portátil, pero no logramos encontrar ninguna imagen asimilable a un grafito; sin embargo, a poca distancia de la «escena», se aprecian algunas figuras zoomorfas y una mujer embarazada con un gran saco al hombro.No obstante, estos nuevos grafitos confirmaron la excepcional calidad artística del grupo de danzantes. Un tema muy parecido a las bailarinas pintadas por Matisse, quien es improbable que se inspirara en el grabado rupestre, ya que su última obra data de 1910». Aún quedan muchos misterios por resolver para Salerno, que trabaja con diversas autoridades de bellas artes, museos y coleccionistas privados. A raíz de las indagaciones sobre la autenticidad y el estado de pinturas o hallazgos, afloran ciertas cuestiones.«Los trabajos en el sarcófago de Federico II, realizados con una máquina que diseñé para ese fin específico, revelaron que uno de los cuerpos inhumados en el sarcófago no es, como afirman las fuentes históricas, el de Guillermo, duque de Atenas, sino el de una joven doncella».

Por otro lado está el «Retrato de un hombre», cuyo escaneo reveló la virulencia del destrozo causado con una herramienta puntiaguda, probablemente infligida por la mujer que, según se ha dicho, vio al diablo en ese rostro. O bien descubrimos que el cuadro de «David vencedor de Goliat» oculta los rasgos de una mujer que recuerda a la modelo de la que Caravaggio estaba enamorado, y se aprecia un gran parecido entre el pintor y la cabeza de Goliat: por lo que sabemos, esta pintura podría haber sido simplemente una metáfora de cómo el artista perdió la cabeza por amor.

La experiencia acumulada al indagar bajo la belleza de la armonía para captar sus verdades más esenciales se ha transformado en una serie de cursos de formación médica continuada organizados por el Colegio de Médicos de Palermo. Al fin y al cabo, el cuerpo es un instrumento complejo, como lo son los violines que Salerno exploró mediante endoscopia virtual para comprender cómo 72 piezas diminutas pueden crear tanta vibración maravillosa y vital. Hace muy poco hemos leído que la música de Beethoven, además de sonido, también transmite un significado profundo y arquetípico. Según el crítico Angelo Pepicelli, la música que el compositor dedicó a las cuerdas contiene preguntas sobre la raza humana, así como algunas respuestas. Por consiguiente, el violín es la tecnología empleada para transmitir el sonido filológico y buscar el sonido filosófico de los mejores músicos.

Giuseppe Salerno trabaja actualmente en la décima edición (¡!) de su libro Arte Svelata, del que es coautor junto a su hijo Ruggero. Sin duda habrá algunas páginas dedicadas a la «Cámara de las maravillas», punto de encuentro entre la espiritualidad occidental y oriental, visitada con frecuencia por Vittorio Sgarbi.
«La rica decoración de la sala puede atribuirse a los caracteres arábigos. Se cree que fue una sala de meditación. Fue encargada por el barón de Sommatino, duque de Montalto, que según algunos era masón. Se cree que en 1860 la sala se utilizaba para reuniones espirituales de filósofos islámicos sufíes. Nuestra contribución permitió identificar algunos grabados de una de las puertas, que ahora están siendo estudiados por un equipo de eruditos islámicos de la Universidad de Bonn. También descubrimos la composición de cuatro tipos diferentes de madera».

La cámara de las maravillas es un gabinete de enigmas o quizás, si volvemos a Einstein, de lo que él denomina religión cósmica, algo que supera a la religión en un único código de la naturaleza del que las religiones son una metáfora: la escritura que se repite en las paredes es «Lo que Alá (Dios) quiere, sucede. Lo que Alá (Dios) no quiere, no sucede». Luego hay un tercer significado de los signos que se repiten por el perímetro de los muros: si se leen de derecha a izquierda, como en árabe, se lee «Alabado sea Alá (Dios), pues nada hay como él», mientras que si leemos de izquierda a derecha, tenemos la expresión latina «recto luce», «brilla con justicia». Una última sorpresa son las notas de una melodía advertidas por un joven visitante y confirmadas más tarde por el músico Giuseppe Mazzamuto: Sol, Sol, Re, Sol, Mi, Fa, Mi, Fa, Re, Mi, Sol son las notas de la música celestial.
Todas estas historias, de las que Salerno es testigo activo, confirman una vez más que los instrumentos tecnológicos mejoran la percepción: permiten obtener confirmación, pero a veces también consiguen sorprendernos ante lo inesperado, dar a conocer lo desconocido, abriendo nuevos caminos a la mente humana, capaz de encontrar un sentido y con ello única en el arte de ampliar las fronteras del conocimiento.
 

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