Esaote Evolution, Wellbeing: because we need to believe that the company wants us to be happy

Bienestar: necesitamos creer que la empresa quiere que seamos felices

La satisfacción de los empleados no es solo un hábito benefactor, sino una inversión real para avanzar en unos mercados cada vez más inestables.
Según el último informe publicado por el Global Wellness Institute, la economía del bienestar ha crecido un 6,4 % el último año y su valor actual es de 4,2 billones de dólares. Están implicados múltiples sectores: desde el cuidado personal a la construcción, desde la nutrición a la medicina preventiva. De ahí que el concepto de bienestar esté ampliándose y sus conexiones sean cada vez más imprevisibles.

Hay un segmento del llamado mercado del bienestar donde aún hay poca inversión, pero que tiene potentes repercusiones porque reduce los costes en que incurre la empresa: el mercado del bienestar en el lugar de trabajo. Valorado en 47.500 millones de dólares, este mercado puede compensar las pérdidas por mano de obra enferma e insatisfecha (estimadas en un 10-15% de la producción económica mundial). Hasta la fecha, solo 321 millones de personas (alrededor del 9,8 % de los empleados mundiales) disfrutan de un programa de bienestar en el trabajo. Los programas dedicados al bienestar de los trabajadores incluyen actuaciones dirigidas a garantizar la prevención de enfermedades, reducir el estrés laboral, mejorar el equilibrio entre la vida privada y el trabajo, o mejorar la cultura empresarial y del lugar de trabajo. En este contexto, el Global Wellness Institute publicó recientemente un informe que identifica los cambios clave del concepto de bienestar en el lugar de trabajo, cada vez más orientado al desarrollo del potencial y la motivación de los empleados en el futuro.

Esta revolución se resume en cuatro principios:

La importancia del «Nosotros».

Ante la evolución de las unidades de trabajo hacia equipos, redes globales, colaboraciones y grupos de proyectos ad hoc, hemos de crear entornos que inspiren mutua confianza a las personas dentro de relaciones sosegadas, seguras y agradables, donde puedan experimentar con nuevas tecnologías, nuevas ideas y arriesgarse a abandonar viejos hábitos y sectores para abrazar cambios cada vez más rápidos. Los resultados son cada vez más colectivos y dependen de la calidad de las relaciones dentro de los grupos de trabajo. Brindar la oportunidad de olvidar el ego en favor del bienestar compartido es uno de los retos por superar para que los trabajadores se sientan bien y la empresa prospere.

La claridad de un propósito.

Poder identificar y transmitir mejor el conjunto de valores y motivaciones dentro de la organización es fundamental para guiar a las personas día a día, con la certeza de que sus actividades influirán en el contexto general. En ese contexto, la integración de los valores y las motivaciones que rigen la empresa favorece el bienestar psicológico, ya que permite vincular las actividades laborales a la vida cotidiana, sin obligar a nadie a un giro esquizofrénico en sus funciones diarias.

Gestión de la inclusión y la diversidad.

La investigación sugiere que una gestión fidedigna de la diversidad y el caudal de experiencia que caracteriza a la empresa, así como una política de inclusión, generarán equipos más innovadores, comprometidos y eficaces. Todo ello aumentará la rentabilidad, mejorará la reputación de la marca y ayudará a atraer a los mejores talentos.

Inversión en bienestar mental.

En la pirámide del bienestar, el bienestar mental sustenta a todos los demás, porque en su ausencia cualquier cambio se percibe como un factor desestabilizador y, en consecuencia, peligroso. Por bienestar mental entendemos el equilibrio entre el pensamiento, las sensaciones y las emociones. Las neurociencias y las teorías del comportamiento están ayudando mucho a comprender cómo mejorar la calidad de las relaciones y desarrollar la inteligencia emocional y social de los empleados, con excelentes resultados en términos de rendimiento y pertenencia.

Como señaló Frédéric Lenoir en su libro «Sobre la felicidad. Un viaje filosófico», los científicos estudian el estado de felicidad de las personas mediante análisis bioquímicos e imágenes cerebrales. Lo que se sabe hasta ahora es que mientras que el placer es un estado medible y momentáneo, el estado de felicidad es un fenómeno complejo que escapa a los condicionamientos puntuales, de placer momentáneo (por tanto, también de beneficios o actividades placenteras aisladas).
El informe del Global Wellness Institute también llega a la misma conclusión y subraya que el bienestar no puede lograrse sin acciones integradas a largo plazo y, por lo tanto, cada elemento debe formar parte del mundo mental espontáneo de la persona. Invertir en la capacidad de las personas para sentir felicidad significa invertir en la eficacia del trabajo y en resultados a largo plazo, con un efecto multiplicador que a menudo pasa desapercibido cuando se contemplan las cifras a corto plazo. Por otra parte, los llamados intangibles se han convertido en uno de los factores más importantes, también a nivel de inventario. La felicidad corporativa, o si se prefiere, la satisfacción de las personas que ayudan a la empresa a progresar, se está convirtiendo en el reto mayor y más agradable de las empresas del futuro.

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